domingo, 17 de agosto de 2025

El buscavidas y la llave que colgaba del árbol

     Volví del trabajo y me preparé para ir a comprar a la zona mayorista.


    Bajé y abrí la puerta de entrada al edificio y en eso un tipo que duerme en la vereda estaba en el frente moviendo los brazos, me conoce, me mira y me pide que le ayude a sacar una llave que quedó colgada de una rama que está fácil a 3 metros y medio de altura.

 

    Le explico que tengo que irme, me pide que lo deje pasar, quiere ir al cuarto piso a pedir una escoba.


    Lo dejo pasar, baja sin nada, y termina tomando una escoba que estaba en el Hall de entrada, sale y la arroja para descolgar la llave de la rama, y lo que consigue es partir el palo a la altura de la escobilla además de partir la escobilla. Vuelve a arrojarlo y termina de romper el palo.


    Cuestión que me fui cuando ví que la encargada de limpieza salía del ascensor, camine seguro y en la esquina me di vuelta para ver qué pasaba y vi que estaban discutiendo, ella parada en la escalinata y el en la vereda.


    Volví a casa y ahora estoy acostado pensando si me habrán incluído en la discusión porque eso implicaría una multa y una posible advertencia que condicione mi continuidad en el edificio.


    A la noche cuando despierte voy a bajar a comprar y si encuentro al chico en la vereda le preguntaré y sabré cuál fue su suerte la del vecino con la llave y cuál será mi suerte en los próximos días.



    Han pasado algunos días y puedo decir que aquella noche desperté y bajé para ir a comprar algo de comida al supermercado y en la vereda lo encontré al chico intentando comer unos fideos de un tupper de tamaño grande.


    Pues bien, hablé con él un rato y me explicó que apenas me fui la mujer le recriminaba haberle roto el escobillón, tras lo cual él le explicaba que había entrado a sacarlo para poder desprender la llave del árbol, y que en ese momento algunos albañiles que trabajan en un local comercial del edificio y que estaban observando todo le alcanzaron un caño largo para que intentará de nuevo.


    Y bueno, estuvo así un rato, tratando de desenganchar la llave que estaba unida a un pedazo de cuerda. Él lo intentaba y ella le gritaba “no, traela para acá”, “¿Pero no ves que la estás enredando más?”, al tiempo que el muchacho le respondía que estaba haciendo todo lo posible por sacar la llave de ese lugar.


    Así llegó el momento de preguntarle si me había mencionado en aquel intercambio de palabras con la mujer, a lo que me respondió que no lo hizo y que además tenía un palo de escoba y una escobilla guardada para reponerle el escobillón que ya había pasado a mejor suerte; noté que el palo de escoba era de un lampazo, lo cual no me sorprendió del todo porque este chico tenía una capacidad asombrosa para conseguir que le regalaran materiales para revender y poder ganarse una moneda para sobrevivir la noche cordobesa.


    Me explicó también que el chico del 4to B del edificio donde yo vivía era quien le había ofrecido $5000 por recuperarle la llave, agregando además que esa misma persona le había regalado un pantalón que llevaba puesto y que un rato antes de que yo llegara a hablarle éste se había acercado a dejarle un tupper con fideos con salsa el cual no podía comer porque dañarían sobre su diabetes.


    En eso también me dijo que le había dicho a la encargada de limpieza del edificio que había sido este chico quien le ofreció “una changa” por recuperarle la llave que se le había enredado en la rama del árbol, y que ante ese comentario ella le respondió “Si, el moquero del 4 B”.


    Poco más me dijo después de aquello, nos despedimos y me quedó pendiente volver a preguntarle cuando se cruzara al edificio a ofrecer el escobillón que había logrado armar para compensar el daño ocasionado tratando de ganarse algunos pesos.


    Y así fue que tres días después, ya a la noche cuando me dirigía al trabajo lo encontré y le hablé, me dijo que fue a verla, que le ofreció el escobillón, que ella lo rechazó, él insistió dejándolo de igual manera a disposición de la encargada pero que apenas el regreso a su lugar en la vereda a pocos metros del edificio ella lo tiró en un contenedor, le pregunté si ella seguía enojada pero el chico me dijo que estaba todo bien, que ella no estaba enojada pero de igual manera había tomado aquella decisión.


    Cerró la charla pidiéndome algó de dinero para poder buscar lugar donde ir a bañarse y deseándome suerte en mi jornada de trabajo.


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