El martes se rompió el paraguas amarillo.
Ni foto tengo de él, creo, porque no me hacía gracia tenerlo.
Todo empezó creo que en 2019, una mañana de camino a la parada del colectivo, por ese entonces trabajaba como preceptor en un colegio a las afueras de la ciudad, cuando empezó a chispear.
El colectivo paraba al lado de un Farmacity, así que me cruce al Farmacity para pedir un paraguas.
- "Tengo uno lila, uno rosa, uno amarillo y uno lila con lunares bancos"
- "¿Y algo que no me dañe tanto la hombría?"
- "Tenes el amarillo" me dijo entre risas.
Y así terminé con un paraguas amarillo y una anecdota como justificativo a todo aquel que lo miraba y nunca le interesó saber el motivo, porque claramente me mostraba visiblemente afectado de haber comprado esa cosa, pero aquella vez prioricé no mojarme de camino al trabajo antes que sentirme ridículo quien sabe por cuanto tiempo.
Entendiendo que eran las 6 de la mañana tampoco era tan grave, era lo que había disponible.
Bueno, ahora hay que comprar uno nuevo, pero también hay que hacer reparo en una nueva condición que he establecido en una tabla y que lleva por nombre
Lista de cosas que tengo que evitar comprar para volver a pasar vergüenza
Hay asuntos que se deben tomar con su debida seriedad, y bueno, lo del paraguas amarillo ya inaugura esta lista.
Procesado adecuadamente el asunto, y teniendo en cuenta la dramática despedida del susodicho, porque salí de camino al trabajo en el turno tarde hace dos días y había un tipo vendiendo paraguas en la calle, me dije que no hacía falta y a las dos cuadras el viento me lo empezó a desarmar, por lo que terminé en una farmacia pidiendo uno, la farmaceutica dijo:
-"Hay uno en la vidriera pero si quieren abrirlo van a tener que salir afuera a probarlo"
Cuestión que llegué como pude al laburo.
Al día siguiente salí a comprar uno y eso me llevó a una pregunta que nunca me había hecho:
Yo voy a Farmacity como voy a la ferretería, en esos lugares encuentro de todo, suelo decir que una ferretería es un lugar fantastico porque "tiene todo tipo de cosas para que la casa funcione".
Caí en una librería de artículos escolares y de oficina y de ahí me recomendaron ir a tiendas de ropa o cerca de la plaza San Martín. Y hasta la plaza me dirigí.
Terminé en una juguetería, ahí conseguí uno barato, color verde y automático, lo que además de cuidarme de la lluvia me da la sensación de que también me cuidaría de un posible asalto porque abre rápido y de golpe, lo cual lo convierte en un arma de defensa personal; eso sí, no es fácil de plegar.
Bueno, así despido al paraguas amarillo, que ya debe descansar en algún basural en las afueras de la ciudad.
Pensar que alguna vez hasta medité la idea de pintarlo con tal de disimularle el horrible color llamativo que tenía.
Algo bueno hay que destacarle, lo hice durar 5 años, tan mala inversión no fue después de todo.
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